Balatro reclasificado en PEGI 12 después de la apelación del editor
Balatro, el constructor de mazos Roguelike, recientemente se sometió a un cambio significativo en su calificación de edad, siendo reclasificado de PEGI 18 a PEGI 12 luego de una decisión del tablero de calificaciones. Este ajuste lo alinea más estrechamente con su contenido real en lugar de colocarlo en la misma categoría que juegos como Grand Theft Auto, que generalmente reciben una calificación PEGI 18 debido a sus temas maduros.
Este cambio sigue a una apelación realizada por el editor del juego en la junta, abordando las preocupaciones planteadas anteriormente. Vale la pena señalar que Balato ha enfrentado desafíos más allá de su calificación. El año pasado, se eliminó temporalmente de Nintendo EShop debido a las preocupaciones sobre sus elementos de juego percibidos. Sin embargo, es importante aclarar que los jugadores no pueden ganar dinero real o hacer apuestas mientras juegan a Balatro; Las compras en el juego son puramente cosméticas y vinculadas a las adquisiciones de cartas dentro de las carreras del juego.
A pesar de estas aclaraciones, la clasificación inicial impactó plataformas como Mobile, donde la mecánica similar es común en varias aplicaciones. Si bien la actualización reciente es un paso positivo, destaca la importancia de la clasificación precisa desde el principio para evitar una confusión innecesaria entre los desarrolladores y los jugadores.
Para aquellos intrigados por Balatro, considere verificar nuestra lista de niveles de nivel para explorar qué cartas se destacan como cambiadores de juego y cuáles podrían no ser tan impactantes.
La casa siempre gana
Como se señaló anteriormente, una de las principales razones por las que Balato recibió una calificación PEGI 18 inicialmente se debió a su representación de imágenes relacionadas con el juego. Esencialmente, la preocupación surgió de la posibilidad de que los jugadores puedan reconocer símbolos como un al ras o al ras, lo que lleva a asociaciones con el juego, un detalle que puede parecer exagerado pero que desempeñó un papel en la clasificación original.
Si bien es frustrante, este episodio subraya las complejidades de los sistemas de calificación de contenido y sirve como un recordatorio del diálogo en curso necesario entre desarrolladores, editores y organismos regulatorios para garantizar evaluaciones justas y precisas.





